Cuando uno piensa en narrativa, lo primero que viene a la cabeza es “mis alumnos no lo van a entender” “se aburrirán apenas comience a leerles”; y ese es el mayor obstáculo que como profesores podemos ponernos ante una metodología tan enriquecedora y participativa como la narrativa.
Debo aludir a mi honestidad al decir que no puse resistencia cuando oí hablar del uso de la narrativa, pues en mi aula, trato cotidianamente de leer a mis alumnos diversas historias y ligar los temas que revisamos con narrativas similares. Sin embargo, la creación de los textos y la lectura de los mismos son cosas que si bien están ligadas, no son lo mismo, pues pensaba inicialmente que sería muy complicado desarrollar un texto ficticio con base en un hecho o personaje real.
Conforme fui leyendo un poco más acerca del tema de la Conquista, que fue el tema que inicialmente elegimos para desarrollarlo a lo largo del curso, me percaté de la amplia gama de hechos y personajes de los cuales podía yo realizar un texto, el problema ya no era entonces no saber cómo hacerlo, sino más bien acerca de que tema podría realizar mi escrito.
Después de esos dos tropiezos, surgió en mi un cuestionamiento, si bien he aplicado esta técnica para ligar a mis alumnos en temas de español o ética, ¿será igualmente efectiva para enseñarles historia?
Segundos después pude responderme fácilmente, pues me di cuenta que un cuento, de cualquier índole deja en el alumno una semilla de incertidumbre que lo hace querer saber más, preguntar, dudar, investigar y por tanto aprender. Así que sí, efectivamente, la narrativa era una buena opción para enseñar historia.
Finalmente al desarrollar mi “cuento” acerca de un personaje relacionado con la Conquista y darme cuenta de cuánto puede uno aprender con solo sentarse a echar a volar la imaginación, pude reafirmar lo que antes pensaba, definitivamente la narrativa es una excelente opción de enseñanza.
La narrativa abre horizontes mentales y expone ideas escondidas de nuestros conocimientos, permite vincularte con un mundo ficticio que creas a partir de un hecho real, ahondar en el tema pero sobre todo, sembrar en los alumnos la curiosidad que se traduce finalmente en ganas de seguir leyendo para poder aprender más.
Efectivamente, con la narrativa como estrategia se abren horizontes quizá inimaginables, no sólo para los alumnos, sino para el docente, ya que tambien aprendemos con esto, nos adentramos a la temática y descubrimos que aún tenemos mucho por aprender, mucho más de lo que creemos saber,
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